“Cuando era niño le tenía miedo a…”
Cuando era niño le tenía miedo a muchas cosas, le tenía miedo a las cucarachas, sobre todo a las voladoras, hasta que me entere que todas vuelan y el miedo se transformo en pánico, un pánico traidor que me persigue.
Un día en tercer grado en la Dirección del colegio, la Directora, esa señora, por no decir bruja, me dice con voz chillona
-mira niño allí hay una cucaracha! ¡Mátala! –
Yo podía sentir debajo de mi pie, incluso a través del zapato, como la cucaracha se movía como bailando, quite el pie, y salió corriendo la condenada a muerte, y la Directora chilla!
-¡Pero mátala Bien!, Tu eres un hombre, ¡Mátala!- Crunnch!!!
Esa fue la primera vez que asesinaba a una cucaracha en lo que yo llevaba de vida, creo que odie a la Directora más que a la pobre cucaracha aplastada que todavía movía una patica de las de atrás, eso no se hace a un niño de 9 años, era una bicha enorme y marrón casi negra, la cucaracha digo, la Directora era más fea aun.
Por otro lado, las pesadillas eran algo que me daban miedo, sobre todo unas que se repetían, con unas brujas y unos helados, eran sueños en blanco y negro, como la película de donde salía mi bruja, y después como en esta, se ponía todo a color, mi bruja se ponía verde y era de Kansas, era la Bruja Mala del Oeste y salía del chicle que yo mordía al comerme un helado bati-bati de color violeta o morado y luego se multiplicaban en muchas brujas que andaban por los techos de mi casa y de las casas de los vecinos en Caracas.
Pero lo que más miedo me ha dado en la vida es la muerte, la muerte nunca me fue ajena, como mi Papá se murió cuando yo tenía solo un año, fue un tema que siempre estuvo en mi niñez. Y lo que temo no es mi muerte, sino la muerte de los demás, cuando uno se muere, muerto esta, y en el cielo o donde crea que ira, ira! Pero la de los otros, que horrible la soledad, la sensación que solo a mi me había pasado, una especia de extraña vergüenza, que no podía entender porque la sentía y que me hacía pensar que solo a mí se me moría la mamá, ese fue el mayor miedo porque me duro hasta hace muy poco, cuando se murió, sentí como una sombra gigante me cubría la vista y como si mi cuerpo fuera la mitad.
Ya sucedió, ya fue, pero el miedo esta aquí atornillado y oxidado, los miedos como que no se acaban, siguen allí, como si nada, como si ella no estuviera muerta y me aterra que vuelva a morir.
José Luis Troconis Barazarte
Valencia 4/4/15